Órganos del sistema nervioso
Órganos del sistema nervioso.
La neurona.
Es la unidad mínima del sistema nervioso (la célula nerviosa).
Las neuronas funcionan en cadena: el impulso se transmite de una célula a otra pasando por el cuerpo celular y por las dendritas.
Parece que entre una dendrita y otra la corriente nerviosa no pasa por continuidad, es decir una dendrita no está soldada con la otra sino por contigüidad, es decir que las dendritas entran en contacto entre sí momentáneamente y después se separan, algo así como las ramas de un árbol que se tocan bajo el impulso del viento (sinapsis).
- b) El sistema nervioso central.
- c) El sistema nervioso autónomo.
Está formado por la médula espinal en sus tres secciones: craneal, toracolumbar, sacra.
Lo llamamos “autónomo” porque las reacciones que desencadena son relativamente independientes del control del cerebro, decimos relativamente porque existe cierta conexión del cerebro y la sustancia gris de la médula.
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El cerebro es el órgano del siquismo humano superior: pensar y querer.
Pruebas:
Las cualidades superiores del hombre -están relacionadas sin duda con su más grande desarrollo y complejidad cerebral.
El animal más cercano al hombre, el chimpancé, tiene en su corteza cerebral 4.000 millones de células, el hombre 14.000 millones.
Aumentando el número de células aumenta de una manera casi infinita la posibilidad de interrelaciones y combinaciones.
En efecto:
En la evolución de los homínidos, el cerebro se va perfeccionando: de un volumen cerebral casi igual al de los simios como en los Austra lopitecos (800 cm3) el más antiguo y menos hábil; Sinántropos (1.000 cm3); Hombre de Neanderthal (1.500 cm3) ya provisto de cierta inteligencia.
Solamente en el “Homo sapiens”, por la aumentada complejidad cerebral y otros factores, se da la reflexión.
La incapacidad y la limitación del niño en el pensar y reflexionar radica en el estado imperfecto y en la inmadurez de su cerebro.
La evolución del cerebro es paralela con el desarrollo del siquismo.
Las lesiones cerebrales producen estado comatoso; las lesiones leves o localizadas perturban el siquismo y el comportamiento.
LA REFLEXIÓN (“El Fenómeno humano”, de Teilhard de Chardin).
Desde el punto de vista experimental, que es el nuestro, la Reflexión, tal como lo indica su nombre, es el poder adquirido por una conciencia de replegarse sobre sí misma y de tomar posesión de sí misma; no ya sólo conocer sino conocerse: no ya sólo saber, sino saber que se sabe.
Gracias a esta individualización de sí mismo en el fondo de sí mismo, el elemento vivo, hasta entonces distribuido y dividido dentro de un círculo difuso de percepciones y de actividades, se halla constituido, por primera vez, en centro “puntiforme” y se consolida en un conjunto consciente de su organización.